La cultura evasiva


Normalmente, el contribuyente en Colombia está acostumbrado a la evasión, es cierto, no hay motivaciones para tributar a un Estado derrochador y corrupto.

Pese a esto, es algo que realmente no corresponde a la esfera de estudios del derecho tributario, ya que este se centra, en analizar que derechos tiene el contribuyente frente al Estado en la relación tributaria, no como se gastan o administran los recursos que se obtienen por el recaudo, por la sencilla razón que, si la DIAN lo sanciona a usted por evadir, usted no puede justificarse legalmente diciendo que "yo no pago impuestos porque hay corrupción en REFICAR". Entonces, el tema del recaudo es totalmente diferente al tema de la administración de los recursos. La evasión, personalmente pienso, tiene raíces culturales antilegales más arraigadas, el colombiano históricamente siempre tiene una excusa para pasarse un semáforo en rojo, para intentar "tumbar" al socio en un negocio, para no pagar su canon de arrendamiento, y por lo mismo, nunca quiere pagar impuestos, es más, me atrevería a asegurar que así los recursos recaudados por impuestos se administraran mejor por el Estado, los niveles de evasión tampoco mejorarían mucho. Aquí no tenemos conciencia de las obligaciones mínimas que nos corresponden como ciudadanos. La constitución de 1991 fue un gran avance del Estado Bienestar, es decir, el Estado que se preocupa por las condiciones de vida mínimas de su población, pero, casi exclusivamente está estructurada de concesiones en forma de derechos, por el contrario, hay muy pocos mandatos que ordenen deberes; y para que la sociedad funcione se necesita de personas que puedan reclamar sobre la vulneración de sus derechos y estos sean amparados, y de personas que se sientan cohesionados a cumplir sus obligaciones; un equilibrio.

Después de trasegar en mi ocupación profesional y de haber presenciado operaciones comerciales por cientos de millones de pesos sin tributar un solo peso, actualmente que un contribuyente sea descubierto por la DIAN, es más una lotería que otra cosa (pero quien saque el boleto debe saber que su patrimonio va a sufrir un menoscabo económico importante que puede poner en riesgo su empresa o situación personal, las sanciones tributarias son muy onerosas, pueden alcanzar hasta el 200 % de lo evadido). Hay algunos que la DIAN los visita sin falta cada año; hay otros que simplemente reportan una información errónea sin evadir y los sancionan inmediatamente; y, hay otros que son la cuna de la ilegalidad y el contrabando, pero nunca los visitan. Es más, me atrevería a asegurar que la DIAN descubre más fácil una operación irregular por la denuncia de un tercero (socio, ex asesor, ex empleado, ex cónyuge, competencia), que por mérito de la propia entidad. El tema de denuncias entre competidores está tomando mucha relevancia, es una forma de sacarlos de mercado, por eso la importancia hoy de día de la custodia de la información más relevante de la empresa o personal; o piense usted, que haría la competencia suya si está perdiendo mercado con usted y, llega a sus manos información de operaciones donde usted evadió impuestos, finalmente una carta anónima a la DIAN la envía cualquiera, y eso será suficiente para que ellos inicien una investigación. Aunque, también, hay que aclarar algo, hay conductas legales del contribuyente que automáticamente atraen la atención de la DIAN, por lo que hay que buscar otras alternativas legales para evitarlas, esa es la estrategia tributaria.

No les voy a mentir, la DIAN es una de las instituciones más ineficientes del país, con múltiples rezagos en materia tecnológica y humana; pero, en el presente periodo, como nunca antes, veo una cohesión por atacar la evasión, tanto del presidente electo como de muchos sectores empresariales, porque si el gobierno desea reducir las tarifas a las empresas tiene que conseguir recursos en otro lado (creo que es el presidente que en toda la historia, por primera vez, va a reducir la tarifa de impuesto de renta, una apuesta de por si arriesgada), además, va a contar con herramientas como la factura electrónica (permite controlar operaciones económicas casi al instante) y la bancarización (lo que se pague en efectivo no tiene reconocimiento tributario, solo se pueden utilizar bancos para las transacciones a partir de ciertos montos); cuenta con el respaldo de los gremios (los mismos sectores más pudientes del país están solicitando que se persiga evasores sin piedad, que se creen canales de denuncia inmediata y que se hagan listas publicas de deshonra social con los evasores); y también hay presión de los países con que nos vamos a codear en la OCDE (porque Colombia, entre todos, tiene los peores índices de recaudo con respecto a su PIB, lo que en cada medición comparativa que hagan nos va a dejar muy mal parados, y eso genera presión). Y por mi experiencia, por la cultura anti-impuestos que tenemos, una estrategia agresiva contra la evasión va a sorprender a muchos contribuyentes; no tengo afinidad política alguna, pero bien o mal, las reformas en materia económica del Uribismo siempre han brillado por su agresividad.

Este no es un artículo para infundir miedo, es un artículo para tomar las provisiones necesarias; evitar riesgos y advertirlos es una de mis funciones, ya cada uno tomara la decisión sobre que nivel de riesgo está dispuesto a asumir de acuerdo con el "boleto" de lotería que compro.