Ya no se necesita trabajar en una gran firma para ser un gran profesional


Vivimos en tiempos cambiantes, con nuevas generaciones y con jóvenes con diferentes prioridades con las que criaban a la gente en la década del 70.

No hay nada más gratificante para un aprendiz de firma que, encontrarse con un tutor con el que pueda crecer mientras trabaja y con el que pueda orientar su proceso formativo. Eso era muy común antes, en donde cada individuo intentaba encajar en esa figura jerarquizada de los bufete, para después de muchos años, convertirse en un respetado socio. Pero eso obedece a una razón historia particular, y era porque el conocimiento y las fuentes para acceder a él estaban monopolizadas; entonces, no quedaba más alternativa que trabajar para una gran firma para ser un buen profesional.

Personalmente, por muchas situaciones que me comentan compañeros que trabajan en grandes firmas, me doy cuenta de que trabajar para un gran bufete no es garantía de crecimiento profesional. En muchos casos, los juniors después de muchos años, ni si quiera tienen contacto con las cabezas más representativas de la firma, los socios están más preocupados por la parte comercial y técnica, que por la estructura organizativa de la firma. Finalmente, cuando exponen al júnior a un simple procedimiento de cumplimento con un cliente real, el cliente no queda muy satisfecho con la asesoría, ya que el costo de contratar una gran firma no se compensa recibiendo una asesoría delegada a un joven inexperto. 

La anterior, diría yo, es la razón por la cual la inestabilidad laboral es tan grande, y no es porque los jóvenes no sepan lo que quieren, es porque nunca sienten que estén formando parte de algo importante. Hoy en día, esta generación es más emocional que racional, prefieren un viaje que un vehículo, prefieren renunciar para estar tranquilos que aguantarse un jefe solo por tener que pagar un crédito hipotecario.

Actualmente, la situación es diferente, porque el acceso a las fuentes de conocimiento, aunque no está al alcance directo de todos, tampoco es inalcanzable, menos aun con internet. Hoy en día existen muchas fuentes de información técnica, muchos autores que publican libros críticos, hay portales de internet, revistas especializadas, hay foros de debate, hay diplomados, etc.; es como si tuvieras a un mundo de expertos a tu alrededor dándote ideas con su análisis particular. 

Mientras que estoy escribiendo este artículo, al mismo tiempo, la DIAN está publicando conceptos, se escriben artículos, libros, editoriales (que escriben los mismos socios de firmas), análisis del Consejo de Estado que publica su jurisprudencia en materia tributaria; el conocimiento es cambiante, hoy en día nadie puede decir que es dueño de él. No en pocas ocasiones, incluso me ha tocado ver en situaciones muy embarazosas a profesionales muy reconocidos, por situaciones básicas que desconocen, pero intentan ocultar de todas las formas posibles que no saben y, cualquier millennial brillante los pone en evidencia. Antes no había como refutar lo que alguien decía, suficiente era con que esbozara su larga experiencia para que todos obedecieran, y cualquier inconforme en la sala, se le alzaba la voz, para que reconociera con ese aire de superioridad que había presente una autoridad en la materia.

Midan a sus asesores, abogados, contadores, gerentes, sobretodo esos que facturan o devengan altos costos; no por su experiencia, estudios, recorrido o trabajo en multinacionales, eso solo es un registro, mídanlos por su pasión, por esa chispa indescriptible en los ojos de un asesor cuando explica una situación, mídanlos por la generación de valor para ustedes, para su organización, de modo que él se comprometa con los resultados y sus honorarios dependan de eso. 

Ni en una maestría, ni en un posgrado, enseñan a generar valor, menos aún cuando los docentes al mismo tiempo son asesores particulares, nadie va a revelar los secretos con que se gana la vida a su futura competencia; en un proceso académico y en una experiencia laboral solo te dan bases superficiales, el verdadero conocimiento hoy en día circula libremente, la diferencia es que algunos atrapan ese conocimiento y después de mucho esfuerzo lo transforman en cosas brillantes y útiles para la sociedad, mientras el resto, la mayoría, solo se quejan de la situación, la falta de empleo y el mal pago de honorarios. Las herramientas están ahí, solo hay que empinarse para alcanzarlas.